El Dr. Marcelo Cortez, académico e investigador de la Facultad de Química y Biología de la Usach, lidera un proyecto Fondecyt Regular que busca anticipar el comportamiento del virus ISAV, causante de una grave crisis en la salmonicultura nacional. La iniciativa aplicará genética reversa para identificar sus factores de virulencia y proponer métodos de diagnósticos y vacunas más eficaces.
En 2007, la industria salmonera chilena enfrentó una de sus peores crisis sanitarias, cuando un brote del virus de la anemia infecciosa del salmón (ISAV) afectó a centenares de centros de cultivo en el sur del país, provocando tasas de mortalidad cercanas al 90%. El impacto fue tal que el 60% de los centros dejaron de producir, y más de 100 mil personas se vieron afectadas directa e indirectamente por despidos y otras pérdidas asociadas.
Actualmente, Chile es el segundo mayor productor de salmones del mundo, solo detrás de Noruega, con una cifra récord de 1.090.000 toneladas netas en 2023, repartido en salmón del Atlántico, salmón del Pacífico y trucha arcoiris. Esta industria, estratégica para la economía nacional, se ha expandido principalmente en las zonas australes del país. Sin embargo, su rápido crecimiento ha estado acompañado por grandes desafíos sanitarios, siendo las enfermedades virales una de las principales amenazas para la salud de los peces y la sustentabilidad del sector.
Desde la Universidad de Santiago de Chile, el Dr. Marcelo Cortez, de finales del 2008 académico de la Facultad de Química y Biología, decidió enfocar parte de su trabajo científico en el estudio del virus ISAV tras la crisis sanitaria iniciada el año 2007. Hoy, esa línea de investigación se consolida con la adjudicación de un proyecto Fondecyt Regular #1251842, cuyo objetivo es comprender los mecanismos genéticos que determinan la agresividad del virus, predecir el comportamiento de nuevas variantes y generar información clave para el desarrollo de vacunas y sistemas de diagnóstico más precisos.
El proyecto utiliza un sistema de genética reversa que permite diseñar versiones modificadas del virus en el laboratorio, es decir, los investigadores toman fragmentos del material genético, los modifican de manera controlada y los introducen en células para que estas fabriquen nuevas versiones del virus con las características específicas que se desean estudiar. Así, pueden observar cómo ciertos cambios genéticos influyen en su comportamiento, como su capacidad de infectar, replicarse o evadir la respuesta inmune.
“El virus de la anemia infecciosa del salmón pertenece a la misma familia que el virus de la influenza humana, los Orthomyxovirus, y tal como el virus influenza puede causar pandemias en humanos, el ISAV en Chile se comportó de forma muy similar, ya que provocó una epidemia local con altísima mortalidad, afectando a un enorme número de peces en poco tiempo. Desde este proyecto, pretendemos estudiar desde el punto de vista molecular cómo son los marcadores de virulencia, especialmente la proteína Fusión, que hacen que dentro de la especie viral, un virus sea más agresivo que otro”, explica.
En este contexto, los marcadores de virulencia corresponden a cambios o mutaciones en el genoma del virus que modifican las características de las proteínas que este produce. Estas alteraciones pueden hacer que el virus se propague con mayor facilidad entre los individuos, aumentar su capacidad para causar enfermedad o incluso permitirle evadir la respuesta inmune generada por las vacunas. En otras palabras, son las claves genéticas que determinan cuán peligroso puede volverse un virus, y conocerlas permite anticipar su comportamiento frente a brotes, así como diseñar herramientas más eficaces para su control.
“Estudiar estos factores nos permite proyectar el comportamiento de una nueva variante viral antes de que llegue a generar un brote. Es una manera de adelantarnos a los hechos y prepararnos mejor, tanto desde el diagnóstico como en el desarrollo de vacunas. Podemos identificar qué mutaciones buscar bloquear en el futuro, e incluso diseñar una vacuna que proteja contra variantes que aún no existen. Ese es uno de los grandes aportes que esta investigación puede hacer desde el laboratorio”, destaca el Dr. Marcelo Cortez.
Más allá de su contribución directa al estudio del virus ISAV, este proyecto representa una oportunidad estratégica para robustecer las capacidades científicas del país en un área como la virología promoviendo la multidisciplina, por ejemplo desde la colaboración con la Dra. Yesseny Vasquez de la Escuela de Medicina de la Usach y la Dra. Margarita Montoya del Departamento de Biología, coinvestigadoras del proyecto. El trabajo en laboratorio no sólo genera conocimiento, sino que también impulsa la formación de investigadores, el desarrollo de técnicas especializadas y la consolidación de infraestructura científica.
“En Chile, la virología es una disciplina débilmente instalada. Somos muy pocos dedicados a este campo y carecemos de la infraestructura necesaria para crecer. No hay congresos especializados, lo que hace necesario que el país fortalezca la virología no solo para enfrentar crisis sanitarias futuras, sino para posicionarse como un actor serio en ciencia y biotecnología”, concluye el investigador Usach.
Texto: Camilo Araya Bernales
