La Dra. Carolina Mascayano, académica de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), lidera un proyecto Fondecyt Regular que busca desarrollar nuevos compuestos capaces de inhibir las enzimas que generan los procesos inflamatorios. La propuesta busca incorporar nuevas estructuras con el fin de crear antiinflamatorios más eficaces y con menos efectos secundarios para las personas. El proyecto cuenta con el apoyo de la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica (Dicyt-Usach).
Actualmente, el avance de la ciencia y la tecnología en la industria farmacéutica ha facilitado el acceso a tratamientos eficaces. Sin embargo, esto también ha generado una fuerte dependencia de las personas hacia ciertos medicamentos, muchas veces sin considerar plenamente sus efectos secundarios.
Por ejemplo, el ibuprofeno es uno de los medicamentos más consumidos y conocidos en Chile. Según datos del Instituto de Salud Pública (ISP), solo entre enero y octubre de 2021 se vendieron más de 4,7 millones de unidades, ubicándolo en el tercer lugar del ranking de fármacos más vendidos a nivel nacional. En esa misma lista aparecen otros antiinflamatorios de uso común como el naproxeno, el ácido mefenámico, el ketoprofeno y el ketorolaco.
Este consumo masivo refleja la fuerte dependencia de la población chilena hacia los antiinflamatorios, pese a que la evidencia científica advierte sobre sus efectos adversos, como daños gástricos o renales cuando se utilizan de manera prolongada, generando la necesidad de buscar opciones eficaces y menos dañinas para el cuerpo.
Así lo visualiza la Dra. Carolina Mascayano, académica e investigadora de la Facultad de Química y Biología de la Usach, quien lidera un proyecto Fondecyt Regular orientado a desarrollar una nueva generación de compuestos con potencial antiinflamatorio. El objetivo es contar con alternativas más seguras y eficaces que los medicamentos actuales, capaces de aliviar la inflamación sin provocar los efectos adversos que hoy limitan el uso prolongado de estos fármacos.
Menos efectos secundarios
“Comenzamos investigando inhibidores de 5-LOX a partir de flavonoides, pero pronto vimos la necesidad de ir más allá y abordar también la COX-2. Esa evolución nos llevó a proponer compuestos duales que integran ambas rutas inflamatorias, lo que abre la posibilidad de terapias más completas y con menos efectos secundarios”, comenta la investigadora.
En otras palabras, la investigación nace de estudiar antiinflamatorios tradicionales y evolucionar hacia el diseño de compuestos que actúan sobre dos enzimas relevantes para la creación de un medicamento. La primera es COX-2, responsable de producir prostaglandinas que generan dolor, fiebre e inflamación. La segunda es 5-LOX, vinculada a la síntesis de leucotrienos, moléculas que también participan en los procesos inflamatorios y en enfermedades respiratorias. Al enfocarse en ambas al mismo tiempo, se pueden desarrollar tratamientos más completos y con menos efectos secundarios que los fármacos actuales.
Una de las propuestas innovadoras del proyecto es la incorporación del ferroceno, un compuesto organometálico que en los últimos años ha ganado protagonismo en la química medicinal. Su gran estabilidad, su parecido estructural con el anillo fenólico, común en muchos fármacos, y su baja toxicidad en modelos animales lo convierten en un fragmento especialmente atractivo para el diseño de medicamentos.
“Al sumar el ferroceno a nuestras moléculas logramos que sean más efectivas y, al mismo tiempo, más seguras. Este fragmento organometálico potencia la acción contra las enzimas inflamatorias y abre la posibilidad de desarrollar tratamientos con menos efectos secundarios que los antiinflamatorios tradicionales”, explica la Dra. Mascayano.
Investigación interdisciplinaria de impacto
Aunque se trata de una investigación pionera y de ciencia básica, el proyecto contempla un fuerte trabajo colaborativo entre distintas áreas del conocimiento. En él participan químicas y químicos dedicados a la síntesis de nuevas moléculas, bioquímicas y bioquímicos que realizan los ensayos biológicos, especialistas en bioinformática que modelan el comportamiento de los compuestos en computador, además de estudiantes de pregrado, magíster y doctorado que se integran en cada etapa.
“En nuestro laboratorio trabajamos en tres frentes al mismo tiempo: la síntesis de compuestos, las pruebas biológicas y los estudios computacionales. Nada de esto sería posible sin la colaboración entre distintas disciplinas y el aporte de estudiantes de pre y posgrado”, explica la Dra. Mascayano.
A este esfuerzo se suma la colaboración con académicos de la Facultad de Ciencias Médicas de la Usach, lo que permite ampliar la mirada hacia aplicaciones vinculadas a patologías de mayor complejidad, como el cáncer. Este trabajo conjunto entre la química, la biología y la medicina convierte al proyecto en un ejemplo de investigación interdisciplinaria con gran potencial de impacto.
“La integración con Ciencias Médicas nos permite proyectar el trabajo más allá de la inflamación y pensar en cómo estos compuestos podrían aportar al tratamiento de enfermedades donde COX-2 y 5-LOX cumplen un rol clave, como el cáncer”, culmina la investigadora.
Texto y fotografías: Camilo Araya Bernales
